El próximo 6 de Marzo se celebra el Día Europeo de la Logopedia. Si bien es cierto que el lema elegido este año es “Telepráctica y tecnología”, detrás de ello anda escondido el maldito Covid que decidió irrumpir en nuestras vidas desde hace más de un año.
El año pasado el Covid-19 nos impidió celebrar nuestro día como es debido. Recuerdo con emoción que el mismo día que tenía que viajar a Gijón a un Congreso recibí la inesperada llamada de su cancelación por el inminente confinamiento que se esperaba en nuestro país y la reserva de todos los profesionales sanitarios ante la que se avecinaba. Justo hace un año de eso me he visto viajando de nuevo a participar en un seminario a logopedas sobre disfagia. Precisamente, durante esta pandemia, la disfagia ha sido una de las patologías que se han nombrado de manera frecuente. Si algo nos ha dejado el Covid-19 es un fenotipo nuevo de paciente, al cual nuestra profesión se ha tenido que adaptar rápidamente para ofrecer respuestas. Además, ha mostrado la enorme necesidad de del papel del logopeda en la intervención Post-UCI. Por ello, al menos para mí, el lema de este año, al menos de manera indirecta, también tiene al Covid-19 presente.
Con motivo de ello, me gustaría compartir con todas vosotras un escrito. No se si os lo he contado alguna vez pero tengo la costumbre de comenzar mis clases con algún relato. A veces, leo algún testimonio que me ha aportado algún paciente, algún párrafo de un texto que considero relevante o escritos que me invento a colación del tema del que tenga que hablar. En esta clase decidí comenzar con un escrito que cree en el viaje en tren hacia Barcelona (que es donde tenía que dar mi clase). El escrito no tiene otro fin que recordar ese papel relevante que tenemos a día de hoy. Espero que os guste:
“El paciente es una persona que, debido a su patología inesperada, ha emprendido un viaje en el que, en algún momento, se topa con nuestra presencia.
Ese viaje suele buscar el retorno a una situación de confort.
A todos nos es familiar el hecho de que un viaje suponga un aprendizaje de una lengua y costumbres distintas. Todo viaje, además, supone una experiencia sensorial en la que el alimento suele tomar un papel especial. Nos costará recordar monumentos y edificaciones al detalle pero jamás olvidaremos algo rico que hayamos probado ni la gastronomía del lugar que visitemos. Es más, acabaremos haciendo publicidad de esas estancias a amigos y conocidos basándonos en sabores y olores. En el caso de este viaje, el alimento ha cambiado y todo lo que conocíamos de él se torno como peligroso. Es habitual la analogía del viaje a otro país cuando explicamos a las personas con afasia y sus familiares el por qué de sus problemas; por ende, esa misma analogía podría servir (y con razón) a la persona que padece disfagia. Piénsalo un momento. tanta ansiedad genera viajar a un país donde no eres capaz de entender nada como de estar en un sitio donde el alimento se te clava como una espina en la garganta.
En todo viaje es agradable encontrar un traductor. Cuanto antes aparezca más fácil será nuestra estancia. Dependiendo del lugar en eñe que estemos, el traductor aparecerá en la primera, tercera o séptima estación. A veces, se encuentra ya exhausto, demostrado y entristecido cuando ese traductor aparece. Aunque el paciente no lo sepa en ese momento, jamás olvidará las palabras: Hola, soy su logopeda, ¿en qué puedo ayudarle?.
El logopeda posee un diccionario que permite traducir ese nuevo alimento.
El paciente ha pasado toda su vida relacionándose con sus alimentos a su manera y construyendo la deglución en su cerebro. En este viaje algo ha cambiado y el alimento ya no es alimento. El traductor proporcionará información, enseñará a manejar de nuevo el alimento y ayudará a reconstruirlo en el cerebro del paciente. Ese traductor (logopeda) manipula y transforma el alimento para darle forma y sentido de nuevo. El alimento, desconocido hasta ese momento, comienza a generar recuerdos. En ese momento, el paciente y su traductor no dejan de caminar y descubrir nuevos lugares en su ruta. Es ahora cuando los lugares son recordados por sus sabores y recomendados a sus conocidos.
El viaje finaliza cuando el paciente recupera la conexión con su alimento y recuperar un lugar en su mesa que no debió abandonar nunca”
Si te ha gustado y quieres compartir algo conmigo, escríbeme a logocerebral@gmail.com