Una de las tareas más complicadas de mi trabajo es saber planificar los objetivos de tratamiento. Me ha costado formaciones y formaciones y aun me supone un reto planificarme un mínimo objetivo dentro de mis terapias.
Planificar unos objetivos de tratamiento puede llegar a ser algo básico. Es lo que guía el tratamiento. Orientan a la persona en el trabajo diario y dan sentido a lo que hace.
Me parece que todos tenemos bastante claro que comenzar una terapia de habilitación es un esfuerzo enorme para la persona (y para el entorno que le rodea, en muchas ocasiones). Imagina que, en esa inmensidad de esfuerzo que llevas a cabo, nos tiene s una buena guiña que de sentido a lo que haces. Corre peligro tu motivación. Puedes llegar a pensar “para qué sirve esto si no noto cambios”,”por qué he de esforzarme tanto si yo me noto igual”.
Considero que la planificación de unos objetivos adecuados puede favorecer un aumento de la adherencia al tratamiento.
Mis objetivos, sus objetivos. ¿De quién son los objetivos?
Esto es interesante. A menudo caigo en el error de usar la frase “mis objetivos en este tratamiento son…”. Intento eliminar ese uso inadecuado del pronombre. Y yo me pregunto, «¿a quién pertenecen los objetivos de tratamiento?«. «¿No deberíamos planificar unos objetivos que el paciente hiciera suyos?«. «¿No debería participar la persona (y su entorno) en la planificación de los mismos?«. Considero que cambiar esta pequeña idea ya nos puede llevar a cambiar un poco el chip. Cambiar la persona en el uso de ese pronombre ya coloca como protagonista de la historia a quien realmente lo es.
Lograr que la persona participe dentro de la planificación de objetivos puede ayudar a mejorar la percepción del problema y guiar mejor en todo el proceso.
La cola del supermercado…
Imaginemos que estamos en un supermercado. Después recoger todos los productos que buscábamos, nos dirigimos hacía una de las cajas para salir de allí cuanto antes. En la caja nos encontramos con una fila de personas que nos hace esperar antes de llegar a nuestro ansiado objetivo el cual es salir del supermercado con nuestra compra.
Tenemos que esperar. Esperar nos mosquea y, a veces, nos enfada. Gracias a los teléfonos móviles esas esperas se hacen más llevaderas. Supongamos que la persona encargada del supermercado ese día intenta organizar la fila de personas para que todo vaya más rápido. Al salir del supermercado una persona se acerca y nos pregunta nuestro grado de satisfacción. Se puede dar la paradoja de que, a pesar del esfuerzo de la persona encargada, nuestra percepción del proceso haya sido negativa (¡Diablos, yo tuve que seguir esperando¡, mi sensación final es de haber tenido que esperar). A pesar de haberse buscado estrategias para hacer más llevadero el proceso de llegar a nuestro objetivo, mi percepción no ha sido buena porque mi atención se mantenía en el objetivo y no he sido consciente de que han ocurrido mejoras que me han llevado antes a la meta.
Supongamos un escenario diferente. Ahora, la persona encargada del supermercado tiene la genialidad de acompañarnos hacia una caja anexa donde somos nosotros mismos los que tenemos que canjear nuestros productos, pagarlos de forma automática y empaquetarlos en una bolsa. En ese momento, todo depende de nosotros y somos los dueños de la acción. Yo no estamos esperando porque nos estamos autogestionando. Nuestro objetivo y meta es la misma pero la forma de conseguirlo es muy distinta. Si al salir a la calle nos preguntaran de nuevo por nuestro grado de satisfacción, la respuesta sería bien distinta (no he tenido que esperar, no estoy enfadado, me he sentido más útil y no he tenido la sensación de perder el tiempo).
Apliquemos esto a la planificación de objetivos….
La persona tiene una meta (realista o no, pero la tiene). Nuestro trabajo sería planificar unos objetivos de trabajo que se basen en sus motivaciones y en tareas funcionales de su día a día. Unos objetivos que le permitan ser protagonista y poder contar con los ingredientes para “cocinar” su propio tratamiento.
Imaginemos que nos planificamos como objetivo de tratamiento que una persona “mejore su comprensión verbal”. Pasado un tiempo pudiera ocurrir que, a pesar de haber mejorado su comprensión (en el grado que sea) el tenga cierto descontento porque se siga sintiendo mal (como el señor de la cola del supermercado que, a pesar de haber esperado menos se sentía enfadado porque tuvo que esperar). Tal vez sería más eficaz generar una serie de objetivos comprensibles y consensuado con la persona, así como basados en aspectos de la vida diaria (en el caso anteriormente mencionado, cabría pararse a pesar que aspectos de la vida diaria se ven afectados por el déficit de comprensión y cuáles sería susceptibles de mejorar tras el tratamiento). Habría que tener en cuenta, además, planificar unos objetivos que se pudieran medir en el tiempo (si me planteo un objetivo para dentro de 6 meses, ese tratamiento corre peligro de perder adherencia).
Por ejemplo, en un estudio de Bartlett (2018) se veía como los tratamiento de disfagia tenían una mayor relevancia en la calidad de vida de las personas cuando las mejoras eran autopercibidas por la persona. Cuando pasaban de tomar líquidos de una consistencia a otra menor, a penas se percibían mejoras (a pesar del esfuerzo que ello pudo suponer) ya que ello no suponía un impacto en la vida de la persona (la persona seguía tomando espesante).
Por ello es muy importante que nos planifiquemos objetivos basados en aspectos que imparten la calidad de vida de la persona y que realmente sea significativos. Si buscamos tareas en su vida diaria que realmente se han visto deterioradas tras la aparición de sus dificultades e intentamos volver a reconstruirlas con ellos como protagonistas obtendremos un tratamientos más dinámicos.
Vayámonos al lugar de participación diaria de la persona y veamos como funciona su deglución y su comunicación ahí. Veamos qué le motiva. una vez allí desgranemos esa actividad en subtareas y veamos que en objetivo se quiere ver inmerso la persona porque realmente le motiva.
En su día hice una entrada sobre la forma sencilla de planificar objetivos (click aquí)