Tras un fin de semana ajetreado de estudio, clases y demás asuntos familiares, logro sentarme para escribir acerca de un tema que surgió esta misma semana a raíz de una conversación trascendental con una amiga.
Para poneros en antecedentes, comentábamos acerca de un reciente debate ocurrido en redes sociales acerca de la exoneración del pago de cuotas de los Colegios Profesionales de Logopedia. Al parecer este debate surgía a colación de la actual crisis en la que nos hayamos inmersos y en previsión de que la cosa tiene pinta solo de empeorar.
Sin duda, son malos tiempos para profesiones como la nuestra. Como profesionales sanitarios, una crisis de este tipo ha limitado nuestro trabajo ya que hemos de implementar procedimientos que afectan directamente a nuestras intervenciones, aspecto que dificulta más nuestra tarea, nos sobrecarga y aumenta el esfuerzo. Como profesionales de un sector mayoritariamente autónomo como es el nuestro la dificultad se añade al tener que afrontar pagos (el virus podrá parar el mundo pero no parece que detenga la recaudación de muchos pagos a los que se enfrentan los valientes autónomos de nuestro país). De un modo u otro, la Logopedia se ve triplemente afectada. ¿Triplemente?, pues si. Os recuerdo que la Logopedia es una profesión sanitaria representada en un 97% por mujeres. Teniendo en cuenta la enorme brecha de género que tiene aún nuestra sociedad y que se ha demostrado que en esta crisis las mujeres han adquirido aún más vulnerabilidad, no me parece mal recordar ésto para entender que nuestra profesión puede decir sin temor que se ha visto tremendamente afectada por la crisis derivada de la aparición del COVID-19 en nuestra sociedad.
Una de las medidas que tomó el Gobierno de España, entre otras, fue exonerar del pago de la cuota de autónomo en los momentos más dificiles del confinamiento. Entiendo que ello ha sido lo que ha dado a pie a que se hayan realizado peticiones de exoneración de toda cuota posible que pueda desahogar a nuestro sector (y es totalmente comprensible). Ahora, a mi me gustaría dar mi opinión a este respecto porque creo que son medidas distintas reguladas por instituciones nada comparables. Desde mi opinión, las mismas medidas que nos puede proporcionar una «gran empresa» no se pueden pedir a una «pequeña empresa» como puede ser un Colegio Profesional (el número de profesionales inscritos no es muy grande en profesiones como la nuestra).
Imaginemos, salvando las distancias, un pequeño simil en el que comparamos el pago de las cuotas colegiales con el pago de impuestos de una población. Gracias al pago de impuestos por parte de la ciudadanía tenemos la posibilidad de acceder a recursos públicos que proporcionan una base de bienestar. Sobre todo, se generan unos mínimos de bienestar para personas que no tienen los recursos para autoproporcionarselos. Además, como sociedad se cuenta con un «colchón» para asumir determinados gastos en situaciones excepcionales. Las políticas de bajada de impuestos siempre generan controversia en muchos sectores, pero esta entrada no tiene la finalidad de entrar en ese debate. Lo que es cierto es que los impuestos son necesarios. Del mismo modo tenemos dar cierto valor de necesidad al pago de las cuotas colegiales.
En mi caso, no pertenezco a ninguna junta de ningun colegio profesional, por lo que puedo dar mi opinión libremente. Creo que, precisamente en este momento, dejar de contribuir al colegio profesional dejando de pagar las cuotas puede tener un efecto negativo. Los Colegios aportan mucho a nuestra profesión. Limitar sus recursos económicos los ahogaría aun más y eso nos restaría recursos para poder asumir y emprender acciones que necesitamos como colectivo. El Colegio Profesional nos representa como colectivo y debe contar con recursos necesarios para poder actuar.
Podemos estar en mayor o menor de acuerdo, pero nadie me puede negar que un elevado tanto por ciento de las personas que están en los órganos de gobierno de los Colegios Profesionales realizan de manera gratuita su labor. Si encima hablamos de colegios pequeños ya ni os cuento. Estamos hablando de compañeras que realizan la labor de orientar a logopedas en su tiempo libre. No me refiero a que haya que remunerar todos los puestos de los colegios ya que éso sería imposible pero llamo a la reflexión de que es importante contar con un organismo fuerte que nos defienda y para ello tener una dotación económica sostenible, que no va a venir de otro lado que no sean los colegiados, es importante.
En mi experiencia personal, os contaré que yo he sido auxiliado en varias ocasiones por el Colegio. En dos ocasiones, por problemas laborales, tuve que pedir asesoramiento. Si ese asesoramiento lo hubiera tenido que costear por mi cuenta me hubiera supuesto un desembolso que hubiera lastrado aún más mi situación. En cambio, como pertenezco a un colegio que paga a un abogado, en menos de 24 horas se puso en conmigo y me orientó en un asunto que era muy importante. Lo mismo me ha pasado en otros momentos en los que rápidamente he contado con certificados que han avalado mi práctica clínica o he tenido acceso a determinadas formaciones a un precio por debajo de lo habitual. Además, lejos de mis experiencias personales, hemos de tener en cuenta que se invierte tiempo en asistencia de actos institucionales, se invierte en formar parte de asociaciones profesionales y otras acciones que dan visibilidad a nuestra profesión. Ese «marketing» lo queramos o no cuesta dinero. En los tiempos en que vivimos, precisamente, nuestra profesión va a necesitar instituciones sólidas que les defienda sin intereses (otras entidades privadas pueden tener otros intereses).
Os invito a hacer el simil de los Colegios profesionales como una empresa en la que estamos representado los profesionales. Una empresa que nos ofrece recursos, información y asesoramiento en determinados momentos. Una empresa que dedica tiempo y dinero a formar parte de uniones de otras «empresas» en las que estan otros profesionales sanitarios que convienen que conozcan nuestra figura profesional. Una empresa que debe contar con recursos económicos para luchar en estos momentos. Pero, sobre todo, una empresa en la que la mayoría de la gente trabaja gratis por el bien común.
Considero que es, precisamente en las peores situaciones, en las que más hay que invertir para luchar contra las adversidades. Pero, sobre todo, solo unidas saldremos reforzados de todo ésto y la mejor manera de materializar esa unión, bajo mi punto de vista, es bajo la pertenencia a Colegios Profesionales.
Pido disculpas si a alguien no le gusta mi opinión. Como siempre parafraseo, «es mi opinión, pero no tengo más«.
Mucha fuerza en estos momentos. a todas mis compañeras. Un especial agradecimiento a todas esas personas que forman parte de los órganos de gobierno de los Colegios Profesionales por su tiempo y dedicación.