Desde hace varias semanas vivimos una situación atípica para la que nadie está preparado. Lo primero que tenemos que tener claro es que en estos momentos cualquier respuesta que tengamos que dar a problemas que vayan surgiendo van a ser respuestas que parten de algo nuevo y sin precedentes. Si, además, unimos a que vivimos una situación de confinamiento, miedo, ansiedad e incertidumbre, la ejecución de esas respuestas va a ser más complicada. Pero eso no quita que tengamos que reflexionar acerca de cada paso que damos y que tengamos la suficiente flexibilidad para adaptarnos a las circunstancias e ir variando nuestras acciones. Lo que es cierto es que hoy estamos en un punto que nada tiene que ver con el lugar en el que estábamos ayer y donde estaremos mañana. Cada minuto exigirá una respuestas diferentes.
Hoy nos planteamos si somos esenciales o no. La respuesta es obvia: SI. Lo somos.
Es importante plantear varios conceptos y reflexionar sobre ellos: qué es Urgente, Prioritario, Prescindible y Esencial. Que se hayan restringido intervenciones Urgente no quiere decir que no podamos proponer abordar lo Imprescindible (tal vez un trastorno del lenguaje no lo es pero si lo es una disfagia, por ejemplo). El razonamiento que propongo va dirigido a la intervención en el adulto, que es de lo que se y a lo que me dedico. Seguramente la intervención en el niño sea bien distinta. Lo que está claro es que el paciente ha de seguir sintiendo que estamos ahí.
Movamos las hojas del calendario varios años atrás. Costó mucho luchar para que la figura del logopeda fuera reconocida dentro de las profesiones sanitarias. Se reconoció que nuestra labor entraba claramente dentro de ese perfil. Los abordajes que proponen los logopedas promocionan la salud de la persona en cuanto a calidad y cantidad. Ese razonamiento nos sitúa dentro de la esencialidad que buscan a día de hoy los servicios al ciudadano. El problema fue que, mientras se nos daba ese dictamen, no se nos permitió pasar a pertenecer a las filas del personal hospitalario, se nos abandonó en el limbo de los privado y ahí quedamos, desprotegidos y a merced del mercado de la oferta y la demanda. Tal vez, dentro de esa lucha que se está haciendo de hacer ver que los recortes efectuados en años anteriores están haciendo que a día de hoy tengamos menos recursos deba ser acogida por nuestros Colegios y hacer ver que al mismo tiempo que se nos incluía en el entramado sanitario se nos deberían haber dado conexiones con el ámbito hospitalario para que cualquier logopeda pudiera desempeñar su labor (hace pocos meses se han hecho campañas para informar a los ciudadanos de que tienen el derecho de asistencia logopédica). Tal vez este sea el momento más interesante para demostrar que tenemos mucho que decir. Proponer soluciones siempre es algo que será bien recibido (otra cosa es que el colapso lo dificulte pero si la solución que aportamos ayuda a disminuir la carga de la situación sin poner más en riesgo al personal y teniendo en cuenta la situación seguro que no cae en saco roto).
De esa situación deriva que ahora nuestra profesión se encuentre en la necesidad de que se deje claro que las clínicas privadas de atención ambulatoria no pueden hacer frente y se debe de dejar por escrito esa dificultad, pero eso no debe sumirnos en una actitud de infravalorar nuestro trabajo y tender a promocionar campañas que hagan pensar al cuidado que no somos esenciales, sobre todo, porque eso, a posteriori, nos puede jugar una mala pasado y dejarnos en una posición que ni es la nuestra ni nos interesa. Reflexionemos, pues, acerca de cómo tenemos que enfocar ésto (por eso decía que ni es fácil ni es algo que tenga precedente, pero exige una reflexión y un consenso meditado de muchas cabezas juntas; lo que hagamos hoy nos dejara en una posición mañana. El sacrificio lo vamos a tener que hacer de todos modos).
¿Qué podríamos hacer?. Pues tal y como comentaba en la primera entrada, vivimos una situación sin precedentes de la que nuestra profesión saldrá reforzada y aprenderá cosas. Es en estas situaciones donde surgen protocolos que nos permiten actuar de un modo adecuado ante determinadas situaciones. Considero que nuestra profesión está en la responsabilidad de hacer propuestas basadas en un razonamiento clínico eficaz (evidencias científicas las hay pero no especificas para el COVID-19). Lanzo tres propuestas, cada una para un perfil de paciente actual en hospital que necesita de nuestra intervención:
- La creación de un grupo de trabajo COVID en Logopedia para poder proponer los siguientes protocolos.
- Elaborar un protocolo del paciente COVID extubado. En el mismo podríamos recoger una propuesta protocolizada ante la posibilidad de que el paciente extubado padezca disfagia secundaria como resultado. Es importante que ese protocolo es distinto a los actuales ya que tiene que evitar exposición del personal, no cuenta con evaluaciones instrumentales y todos esos aspectos que la situación actual exige. Es un momento en el que el logopeda tiene una labor especial. Aprovechemos lo que sabemos para aportar. Desde el inicio se propuso eliminar evaluaciones instrumentales y adoptar medidas especiales en el paciente con disfagia pero no quiere decir que no se haga un control de ellos.
- Elaborar un paciente para el paciente NO COVID neurológico /oncológico. Pensemos en todos esos pacientes que actualmente sufren disfagia o problemas de comunicación y que su atención se ve dificultada por el colapso hospitalario. Se habla mucho estos días de los beneficios de la rehabilitación telemática. ¿Por qué no elaboramos una propuesta en condiciones para empezar a dar respuestas a estos pacientes cuya plasticidad cerebral está en un momento muy bueno?. No se trata de decir que plataforma es mejor o peor, sino de establecer unas Buenas Prácticas en telerehabilitación que vayan más allá de lo que diga un estudio aislado (somos muchos y podemos hacer una revisión interesante). En esta entrada proponía ya alguna cosa. La ASHA también se ha pronunciado.
Importante poner de base que toda actuación ha de estar supeditada a la protección del profesional y eso hay que dejarlo claro. No podemos actuar desprotegidos pero eso no quita que como profesionales debamos informar a la sociedad de cómo deberían hacerse las cosas. Un servidor ya se ha ofrecido a profesionales de Neurología y a alguna sociedad científica para participar en el análisis de la Anosmia en casos iniciales del COVID para aportar lo que sabemos de la evaluación adecuada de las sensaciones orales y han considerado que no tenía por qué participar en ello. Bien, pero al menos la propuesta está hecha, que mañana no digan que no participamos y que la sociedad sepa que se intentó pero no nos dejaron (por poneros un ejemplo).
Fácil que, tras hacer estas propuestas, nos encontremos la negativa (o no). Al menos hay que intentarlo y, después, exigir con todas las de la ley que nos estuvimos donde teníamos que estar porque no nos lo permitieron. Tal vez el que se dedique a la clínica de otros trastornos esto lo vea una sandez pero creo que es el momento de aportar y eso no quita que haya que seguir luchando por el reconocimiento del cierre de las actividades que son prescindibles ahora mismo (pero siguen siendo esenciales para la sociedad).
Comparto mi opinión para aportar. comparto mi opinión porque creo que podemos hacer mucho por el paciente en esta situación. Comparto esta opinión porque son estas situaciones las que hacen que demostremos a la sociedad nuestra valía. Comparto esta opinión para quitarnos esa idea de que no somos necesarios. A contra de lo que decía G. Marx, esta es mi opinión, pero no tengo otra.